Cap. 3 ¿De qué lado estás?




—¿Qué te parece Erick? —Javier se atrevió a preguntarle directamente a su primo, cuando ellos dos estaban ocupados en la limpieza del bar vacío.


—Pues no sé, ¿a qué viene esa pregunta? ¿Piensas que me gusta? —lo miró hacia la mesa que éste limpiaba—. No te equivocas. Si me gusta..., es un hombre apuesto. 

La persona de la que hablaban sólo se había ido hace unos minutos. Era la noche del día martes, ya había sido una semana desde que Erick pisó por primera vez el bar.

—Espero que sólo quede en gustar...

—¿Por qué? ¿Acaso no tengo derecho a enamorarme? Serían mis sentimientos, no los de él —Fede empezó a molestarse.

—Es por eso que me preocupa.

—¿Te preocupa que nadie me ame? Lo sé, lo sé mejor que todos.

Arrojó el trapo que tenía en la mano, sobre la barra. Estaba completamente dolido. Se quitó el delantal con prisa cuando ya se encontraba en su habitación. Javier sintió culpa de la tristeza de su primo, pero se abstuvo en ir a despedirse antes de dejarlo completamente solo, él sabía que era mejor dejarlo así.

—¿Hola? ¿Quién es? —Mario recibió una llamada de un número desconocido. Se encontraba en la terraza de su departamento, no había ido al trabajo—. Si no dirá algo, colgaré.

—¡No! Soy Nicolás... —el hombre del celular al igual que Mario, estaba en la terraza de un departamento, había dejado la casa de sus supuestos suegros— Darlyn me dio tu número.

—Mira qué bien... No me interesa saber porqué me llamas —colgó. 

Se sentó en una silla que estaba en un rincón, inhaló bastante oxígeno para contener el llanto y así pudo controlarse a si mismo.

Cuando creyó que Nicolás no volvería a llamarlo, no estaba equivocado, pero insistió por mensajes, quería verlo en carne y huesos, mirarlo de cerca como antes.

—Vaya, ¿Mario ahora te golpea? —Simón entró en la consulta de Erick. Lo miró de reojo, aunque más bien miró el moretón que tenía a un lado de los labios.

—No fue Mario, fue..., el chico que conocí en el bar, Fede, Federico. Llevo éste moretón desde el lunes. Te llevó dos días el papeleo en Iquique.

—Tenía que terminar de una vez mi divorcio. Mierda, ya es miércoles. Aunque bueno, sabía que volverías por ese chico. Pero, ¿qué hiciste, brother? ¿Le tocaste mucho el culo?, ¿el paquete?

—No le toque nada, insensato.

—¿Y entonces?, ¿cuál fue la bendita razón por la que te dejó así?

—Fue culpa mía. Iba con Mario en el auto, cuando nos detiene un carabinero, y pues era un hombre del bar, amigo de Fede. El caso es que habló de más, y Mario pensaba que..., la noche anterior había dormido en tu casa, pero se dio cuenta que no fue así.

—Espera, ¿dormiste con Federico? Amigo, por fin la hiciste, te felicito por quitarte de encima al pelotudo de tu novio, digo, ex novio.

La felicidad de Simón era notoria. Sus movimientos extraños sobre el asiento de los pacientes era totalmente de alegría, una estúpida alegría.

—No seas tonto, ni he dormido con ese chico, ni mucho menos he dejado a mi pareja, y sé que jamás lo dejaré.

—Apostemos a que en dos meses, no, en uno, estarás decidiendo con qué tío estar, si con Mario el egocéntrico, falso e hipócrita o, Fede, un chico que escuchó tus mierdas, cuando él tal vez tenga peor mierda en su vida.

—Hablas tan bien de Federico cuando no lo conoces.

—Entonces llevame esta noche al bar, para conocerlo —sonrió picaronamente como usualmente lo hacía.

—Te llevaré, pero debes prometer que no lo Molestarás —apuntó su dedo índice justo a la cara de su amigo.

—¿Molestar? Yo jamás molesto y lo sabes perfectamente.

Simón se retiró al terminar con elegancia su última frase irónica. Aquel hombre daba discursos de los grandes, que abrían mentes cerradas, pero jamás pudo abrir la necia mente de su mejor amigo, constantemente le decía con dureza que Mario no era para él, pero era esa misma dureza en sus palabras que Erick no soportaba del todo. 

—Si quieres te acompaño —propuso Simón dentro del auto de Erick, mientras que éste salía de él.

—Está Mario.

—Mala idea, me quedó aquí. Apurate.

"Ok, no te vayas sin mí." Dijo antes de dirigirse hacia el departamento que compartía con su pareja.

Cuanto más se acercaba, más conocida se le hacía una voz. Se detuvo cuando pudo ver a quién le pertenecía aquel tono, Nicolás estaba frente a su puerta hablándole a Mario.

—Deja que te explique porqué estoy aquí... Terminé con Darlyn.

Maldito, esa era la única palabra que cruzó por su cabeza al oírle hablar tan fácilmente sobre su hermana.

—Así que finalmente le has dicho que te gustan los hombres, ¿verdad? —salió a dar la cara por una situación que no se lo esperaba.

—Me gusta Mario —no tenía una pizca de vergüenza, no le extrañaba, había escuchado bastante acerca de él cuando se encontraba conquistando a su novio.

—¿Te gusta? Bien, pero a él no.

—Eso debería decirlo él mismo, ¿no crees? Aún no ha mencionado tu patético nombre.

El sujeto que tenía al alcance de su vista lo dejó sin palabras, no encontraba recursos para defenderse.

—Nicolás, vete —le hizo caso a la única persona que había venido a ver, pero antes de marcharse dejó en claro que no sería la última vez que se verían.

Las cosas se debían hablar puertas adentro y así es como se hizo, cerraron la puerta para seguir platicando a solas, sin que los vecinos escucharan.

—Pensé que ahora que tienes un aman-

—Para de repetir eso cada día, te he dicho que no tengo ningún amante, pero parece que si tuviese uno no te molestaría, ¿verdad? 

—¡Claro que me molestaría! Eres mi novio... Sabes que te amo.

—Pues si tanto me amas, ¿cómo eres capaz de omitir mi nombre cuando hablas con ese sujeto? Yo nunca omito el tuyo.

Tomó la billetera que estaba en el velador de la habitación y salió del espacio cerrado en el que se encontraba.

Mario aún seguía quieto cuando vio salir a Erick, se sentía mal por no haberlo nombrado cuando debió hacerlo, sentía culpa de todo a su al rededor.

—Traes una cara... ¿Qué pasó? 

—Luego te cuento, quiero salir de aquí... —cerró la puerta del auto y sin decir más lo arrancó.

Un grupo de jóvenes caminaba por una vereda en medio de la noche, entre los chicos se encontraba Federico.

—¿Escuchaste lo que se dice de Carla? —preguntó una chica más alta que el propio Federico, es mas era más alta que todos los que iban en el grupo.

—Todos lo comentan —dijo dándole suspenso a la situación un chico a su lado. 

—No lo sé, suelten ya.

—Se acostó con el profesor de ingenería, y ese hombre era casado, su esposa los pilló haciéndolo en su propia cama, ¿y sabes?, los grabó y obtuvo fácilmente su venganza al publicarla en un sitio porno, el link fue de estudiante en estudiante hasta llegar al director, ambos fueron echados de la U.

—Me había llegado un link, pero realmente no le tomé importancia, tenía que estudiar para una prueba... 

—Eres tan dedicado mi querido Fede —la chica lo abrazó con total fuerza, apenas podía respirar— te seguiría apapachando pero ya llegamos a tu trabajo.

—Chao chicos.

—¡Cuida el trasero, bebé! —le gritó la misma chica de antes, a lo lejos.

La luz azul de neón se fue marcando más por cada paso que daba por las escaleras, estaba llegando al bar subterráneo.

La música era tan alta como siempre, no lograba acostumbrarse demasiado al ruido, pero debía estar ahí.

—Fede... Hay alguien buscándote —Francisco tenía la voz un tanto temblorosa— Yo me haré cargo de dejar tu mochila en la habitación.

—Pero, ¿quién? —detuvo al intranquilo hombre que se iba.

—Camilo —pronunció su nombre de una forma en que se notaba a leguas la posición que tenía de éste.

—¿Por él es que estás tan raro ahora mismo? 

—Claro, acuerdate cómo te trató la última vez, ¿no estás enojado con él?

—Estaba, pero ya pasó. Si vuelve a hablarme de mala manera ahí me enojaré, y, ¿dónde está? —el lugar estaba tan lleno de gente como habitualmente.

—En la mesa cinco. 

Erick y Simón tomaron asiento en la barra, éste último no dejaba de mirar a los hombres que pasaban por su lado sin la prenda de arriba que los cubriera.

—Me encanta este lugar... Es como muy futurista.

—Lo que te encanta es mirar el cuerpo de los hombres... Ay, no sé de qué trata esto.

El ambiente tenía un toque diferente al haber tanto chico sin polera, había una clase de "evento" para todos los hombres que quisiesen sentirse libre de quitarse la playera de encima, claro, habían también hombres que preferían ahorrarse las miradas de los demás en su propio cuerpo, podían encontrar algún defecto en él.

—¿Por qué viniste? —Fede se sentó en la única silla que quedaba junto a la mesa.

—Quería pedirte perdón, tú me contaste algo muy personal pero mi forma de actuar no fue la correcta. 

Camilo, al igual que Erick tenía una leve barba saliendo de su piel, lo hacía verse elegante con cualquier ropa que usara. El cabello de éste era un tono mucho más claro que el de Federico, porque su color era llegando al rubio, que a diferencia del joven muchacho; era totalmente negro.

—Sí, no fue agradable que tú, siendo mi amigo me tratases tan mal... 

—Yo estaba enamorado de ti, y saber que habías nacido como chica..., me desconcertó. Pero ahora sé más del tema, investigué sólo para volver a tenerte a mi lado —lo miraba como antes lo hacía, y aquello hizo recordar el trato que recibió al contar su único secreto.

—Sabes que nunca te he visto como algo más que un amigo, te lo dije muchas veces. De verdad lo siento, pero de mí sólo tienes cariño de amistad.

—Lo entiendo, sólo quiero que no te sientas incómodo conmigo.

—Jamás me he sentido así, eres muy importante para mí —le tomó de las manos que estaban sobre la mesa.

—Oye Paco, ¿dónde está Fede? —Erick preguntó curioso desde su lugar.

—Hablando con un sujeto...

—¿En su pieza? —parecía extrañado ante su propia pregunta, ni siquiera pensó antes de decirla. Simón se le quedó mirando.

—No, creeme, Javi no se los permitiría, están allí —le indicó la mesa en la que seguían tomados de las manos.

Cuando iban a comentar algo acerca de lo que sus ojos veían, Federico se levantó de su asiento y caminó hacia la barra, aún no notaba la presencia de Erick y Simón, pues pasó lejos de ellos.

—¡Hey! ¡Fede! —gritó Francisco para que lo escuchase— ¡Ven aquí, tienes visitas! —se dirigía a ellos al mismo tiempo que se ponía el delantal negro.

—Hola, Erick —hizo un pausa para mirar a su lado— ¿Él es tu novio?

—No, él...

En ese momento Francisco prefirió retirarse ya que había trabajo que hacer, luego hablaría seriamente de lo que había visto.

—Vaya, eres muy guapo. Soy Simón, el amigo de éste hombrecillo.

—Supongo que no tienes pareja... —Federico tenía experiencia para reconocer a un hombre que sólo buscaba sexo, había conocido a muchos con aquella "preferencia".

—Supones bien, ¿puedo tenerte a ti?

—No le hagas caso a este flexible...

—Conozco a los tipos como tú, sólo quieren ir con chicos a la cama para arrojarles el semen en sus caras, ¿no es así? 

Chasqueo los dedos antes de responderle.

—Exacto.

Lo dijo con tanta seguridad que incluso su mejor amigo se sorprendió de lo honesto que fue, aunque estaba más sorprendido de la directa pregunta de Federico.

—Vaya... —fue el único comentario que pudo decir Erick.

—El hombre que tomaba de tus manos, ¿es tu pareja? —la curiosidad lo carcomía.

—Yo era quien se las tomaba, y no, sólo es un amigo que no veía hace como un mes...

—Parecía que no se veían hace años —frío como el hielo, Erick no estaba consiente en lo que salía de su boca, ni mucho menos en cómo esas palabras llegaban a la otra persona.

—Bueno, ¿y a ti qué te pasa? —Federico sintió las malas vibras que emanaban desde el otro lado de la barra.

—Se peleó con su novio, aún no me ha dicho el porqué.

—Nicolás estaba en la puerta de mi departamento, hablando con él. ¿Saben que es lo peor de todo? Es que ese maldito hijo de puta se atrevió a hablarme de sus sentimientos por Mario, y cuando le dije que no le interesaba, éste salta con que debería decirlo él mismo, que no había mencionado en ningún momento mi nombre... 

—Sólo termina con él.

—¿Qué estás diciendo? —fulminó a Simón que daba siempre el mismo consejo— ¿Después no hablaron?

—Si que lo hicimos. Aún sigue diciéndome que tengo un amante, pero fue ahí cuando le pregunté enojado, que si tuviese un amante a él no le molestaría... Respondió que me amaba y todo el maldito rollo de que si le molestaría, cuando finalmente salí de ahí diciéndole que cómo era capaz de omitir mi nombre, cuando yo jamás omito el suyo. 

—Hay veces que las personas no son capaces de decir las cosas de frente, puede ser el caso de tu novio. Hay que pensar que él amó demasiado a ese chico, y que éste lo dejó. Debe sentirse muy mal...

—No lo defiendas —Simón continuaba en su postura—. Si conocieras lo egocéntrico que es Mario, no querrías saber de él jamás. 

—El otro día trató mal a nuestra secretaria... —agachó la cabeza.

—¿¡Qué!? ¿Y cómo es que ahora me entero? ¿No le dijiste nada?

—No. 

—Maldita sea... 

Camilo fue hasta donde los tres hombres que hablaban, pero sólo dirigió su rostro a uno.

—Fede, ¿aún conservas el mismo número? —Erick y Simón lo miraban desde las banquetas.

—Sí, ¿tú lo cambiaste?

—No, querido —le besó la mejilla con demasiada evidencia de que le atraía.

Se fue alejando por las escaleras hasta perderlo de vista. Erick no lo miró irse, miró la cara de Federico dirigida hacia allí. 

—¡Ese hombre te desea! —gritó Simón sin vergüenza alguna.

—Eso es evidente, pero parece ser que a ti no te importa, ¿verdad? 

Erick no se daba cuenta de su afán en escuchar que el chico que lo había golpeado hace unos días le dijese "No me gusta."

—Puede sonar mal, pero tienes razón, sólo lo veo como un muy buen amigo, él lo sabe. Sentiría algo si el beso en la mejilla hubiese sido de la persona que me gusta.

—No entiendo cómo eres capaz de desperdiciar a esa bomba de sensualidad... ¿Puedes darme su número?

—Ahora mismo tengo el celular en mi habitación. Ellos están trabajando...—pensó por un breve segundo en Francisco y Javier para luego pensar en otra persona— Erick, ¿puedes ir a buscarlo? Mi habitación sólo tiene seguro por dentro, así que no debe haber problema al entrar.

—Claro, iré. ¿Está en un mueble o algo? 

—En mi mochila.

Miraba la pequeña habitación, recordó cuando había estado ahí, hablando de sus problemas mirando los ojos de sólo una persona.

Vio al costado de la cama la mochila que estaba buscando, abrió el último cierre, enseguida encontró el celular, pero halló también una carta dirigida a 'Mamá'.

La curiosidad lo llevó a leer la hoja que había en el sobre aún no cerrado, en su mente leyó; "Sé que no se siente orgullosa de quién soy, lo sé muy bien y lo siento, no quería ser de esta manera, no es algo que elegí, yo también en algún momento me odié, por eso la comprendo, pero usted no se ha dado el tiempo de comprenderme a mí. Tenía mucho miedo, mamá, pero nadie más que su hermana me comprendió en esa cena.

La extraño mucho, sin embargo soy incapaz de enviarle ésta y las demás cartas, con sólo escribirlas me dañan..."

—¿De verdad estás estudiando enfermería? —Simón lo había escuchado por la misma boca de su mejor amigo.

—Sí, este es mi último año... 

Erick no entendía muy bien lo que había leído sin ninguna clase de permiso, formó su propia conclusión de todas las palabras con las que se topó.

—Fede me contaba que hay días en los que se puede venir sin polera, hoy es el único de este mes. Hubiese sido genial verle el abdomen a ese hombre... —entregó el celular a su dueño antes de sentarse en la banqueta sin decir ni una palabra.

—¿Javier te dijo algo? Digo, por haber entrado a mi pieza.

Estaba haciendo que el chico de la barra se preocupase indebidamente por algo que no había pasado. En realidad se sentía culpable por haber leído algo tan personal, y seguir mirándole como si nada hubiese hecho.

—No, nada, es sólo que estaba pensando si es buena idea que le pases el número de ese chico a un idiota.

—Oye, aún sigo aquí —refunfuñó a su costado mientras seguía bebiendo esperando por el número. 

—Quizás Camilo se moleste conmigo...

—Incluso su nombre me excita. Fede, sólo es su número, no se enojará contigo, te lo aseguro —sacó de su bolsillo su propio celular, dirigió su pulgar izquierdo al teclado de números de contactos con la seguridad de obtener lo que pedía.

Federico ya tenía en su pantalla lo que el hombre quería, estaba dudando, pero aún así acercó su celular al otro lado de la barra.

Simón lo había logrado, pero justo en ese momento recibió una llamada que se le era imposible rechazar.

—¿Qué pasa? —respondió lo más rápido posible— Estoy repleto de trabajo, no es posible que te acompañe. —esperó un segundo para que la otra persona aceptara lo dicho y no dijese más— Maldita sea, ¿¡hasta cuando debo ser tu puto juguete!? Sabes perfectamente cuál es mi única prioridad...

Colgó cuando todavía seguía enojado con la persona del teléfono, no lo podía evitar, siempre era así cuando hablaban.

Era el objeto de miradas para los dos hombres presentes.

—¿Alicia de nuevo? 

—Ni siquiera pronuncies su nombre. Tengo que irme ahora. Erick, anota el número por mí. Un gusto conocerte Federico... —salió de allí casi corriendo, cosa que haría en la calle luego de darse cuenta que su auto estaba en la clínica.

—¿Su ex esposa? 

—Eres inteligente. Esa mujer lo llama cada vez que a sus padres se les ocurre visitarlos, no les ha contado que hace meses que se separaron. 

—¿Tan tarde los visita? Ya son más de las once.

—Esos viejos son así. Simón los odia. Pero ahora detesta más a Alicia por haber cubierto la boca de su hijo porque casi destapa todo frente a sus papás.

—¿¡Tienen un hijo!? 

—Sé que es raro que Simón tenga un hijo, cuesta imaginarlo como un "padre". El niño sólo tiene diez años. Este amigo mío tenía dieciocho cuando nació. 

—¿Crees que es un buen padre?

Erick miró hacia atrás, todo el pasado que ha estado en amistad con Simón, analizó cada momento que lo veía con su hijo. Miró a los ojos de Federico y luciendo una sonrisa respondió.

—El mejor de todos...

Una casa normal, pero sumamente moderna por dentro. Una mujer de una figura esbelta, usaba un vestido apegado a su cuerpo, con el cabello rubio en totalidad cayendo sobre sus hombros hasta llegar a su pecho.

—No te cansas de joderme, ¿no? —Simón frotaba los dedos de ambas manos sobre sus sienes, estaba totalmente enfadado con la mujer.

—Te mentí porque estoy cansada de que sólo vengas aquí por Diego. Soy la madre de tu hijo, tu esposa... —parecía que estaba a punto de llorar sin embargo no fue así.

—Ex esposa, recuerda que nos divorciamos. Y claro que vengo por él, es lo único que nos une, nada más.

—¿Has encontrado un hombre que sea como yo fui contigo? Nadie te amará tanto como yo lo hice —tenía la misma costumbre que Simón, de mover las manos mientras Hablaba.

—La persona de la que me enamore no tiene que ser como tú, o sino eso no sería amor, ¿verdad? Alicia, a ti se te olvida que te encontré en la cama con otro hombre... Pero sabes, estaba contento de ver que por fin tenía un motivo más contundente para alejarme de una mierda como tú.

—No me dejaste por eso, me dejaste porque querías acostarte con miles de hombres, eso si es ser mierda... Quizás cuando te quedabas solo en esta casa..., me da asco con simplemente pensarlo.

—¿¡Estás loca!? ¡Me casé únicamente por ti y Diego! ¡Nunca me acosté con otra persona cuando estábamos casados! Sí, ahora tengo la absoluta libertad de hacer incluso una orgía, claro, no la he hecho, pero admito tener una vida sexualmente activa, con hombres. ¿¡Estás satisfecha con mi respuesta!? 

Abrió la puerta para dejarla en el lugar que a ambos les pertenecía.

—Cariño...

—No me llames de esa forma. Algún día dejaré que me llamé así alguien que lo merece de verdad. El fin de semana yo buscaré a mi hijo donde sus abuelos.

Alicia cometió un error que le costó más de lo que ella imaginó alguna vez. Se arrepentía en solitario, sin embargo sabía perfectamente el lugar que ocupaba en el corazón de Simón; ninguno.

—¿No quieres beber? Mira, me dijiste que me sentara a tomar contigo, pero ni siquiera has bebido... —con el codo haciéndole de apoyo contra la barra para así llevar su mano al rostro con firmeza, Federico ya no podía con su acompañante Erick.

—¿Y tú porqué me haces caso? ¿Eres así de amable con todos? 

—No es que te hiciera caso, tampoco soy amable, sólo estoy haciendo lo que quiero hacer, pero si ahora te molesta... —estaba a punto de levantarse, sintió que estaba de mas estar perdiendo el tiempo con alguien de pésimo humor.

—Perdón, perdón por leer tu carta...

—¿¡Qué carta leíste!? —la respuesta inminente sorprendió a Fede, pero más aún la preocupación envolvió todo su cuerpo.

—Una que había dentro de tu mochila. De verdad lo siento, sentí mucha curiosidad cuando la vi ahí.

Oír aquello lo tranquilizó, sabía perfectamente en cuál carta estaban las palabras que no quería que Erick se enterara.

—No pasa nada, ya la has leído. Es algo vergonzoso, pero no puedo retroceder el tiempo y evitar que la leas. 

—¿Es verdad que te odiaste? —fue directo, era como si los papeles se hubiesen intercambiado.

—Ahora quién no se llega a odiar en algún momento... Yo me odié tanto que incluso quería morir, no era para nada feliz siendo yo, en este preciso instante trato de amarme incluso más de lo que una persona puede amar a otra, porque mi odio hacia mí superaba el inmenso amor de un ser humano —Erick no pudo evitar pensar en la palabra "delicado" de una forma bella.

—Deberías enviar todas las cartas que le has escrito a tu madre, quizás su forma de pensar respecto a ti haya cambiado.

—No, mi mamá es obstinada, quizás en eso nos parezcamos, pero, ¿tú crees que soy una mala persona? —llevó su vista hacia la dura barra que sostenía todas las noches todo tipo de licores—. Me siento de ese modo, hay veces que pienso que mi esfuerzo por ser yo mismo no sirve de nada porque he dañado a mis padres... He lastimado tanto... 

—¡Eres la persona más buena de corazón que he conocido! No te sientas culpable de nada. Sigue siendo como ahora. Recuerdo que cuando mis papás por fin me aceptaron dijeron; "Si tu corazón late por un hombre, está bien, después de todo si nos enojamos con lo qué él siente estaríamos molestos con lo único que te da vida y nosotros amamos que estés vivo".

—Ahora debería estar reconfortandote a ti, pero tú lo haces en mi lugar, es extraño, pero gracias —suspiró—. Ahora, dime exactamente qué harás con tu novio, ¿piensan seguir enfadados? Como te dije antes, él también debió haber amado demasiado a su ex, es claro que no es fácil hablar con esa persona.

—De verdad que no te entiendo... Hay veces que siento que me apoyas y hay otras en las que no, ahora defiendes a Mario, qué ironía Fede.

—No se trata si te apoyo a ti o a él, hay veces que debes ponerte en los zapatos de la otra persona para entender mejor la situación, fue mi error no decirlo el día que nos conocimos, pero ese día... 

—Bien, comprendo, pero está decidido. No voy a volver a callarme como hoy, si tengo que hablar mierdas las diré y ya está, después de todo tengo que defender mi relación...

—Espero que Mario también la defienda. 

Un silencioso momento quedó plasmado en la atmósfera.

—Debo irme...

—Te acompaño —sugirió el muchacho.

Parados justo en frente de la puerta del recinto, miraron el auto en el que se iría el hombre de traje. 

—Cuidate —Federico sólo decía lo que le naciese en el momento, pero esa simple palabra llegó totalmente a la otra persona.

—Eres tan malditamente atento. Me pregunto porqué no te conocí antes.

—Te refieres...

Erick se acercó hasta no poder verificar si estaba rozando su propia mejilla con la del muchacho o simplemente lo alejaban unos pocos centímetros de éste.

—No me refiero a nada —susurró.

No había tanto alcohol en su sangre para luego excusarse al siguiente día de sus acciones, lo hacía porque todo de él lo quería así, sin siquiera pensar en el qué pasará. Sin embargo no era suficiente con un simple susurro, imitó el beso que Camilo le había dado en la mejilla, pero lo hizo valorando cada segundo que su piel se apegaba a la de Federico.

—Nos vemos.

Con el cuerpo inmóvil sentía aún el aliento recorrer su cuello, y con la mejilla que besó; ardiendo como si tratase de un volcán en erupción.

Posó sus dedos en el sitio en donde posaron los labios del hombre que si deseaba. Latidos potentes se escapaban de su pecho sin poder controlarlos.